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Guabirá, el dulce modelo de industria boliviana que es referente en la región

Agroindustria
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Es el ingenio azucarero emblemático de Bolivia porque la sociedad entre sus cañeros y trabajadores lo lleva al futuro.
Su modelo de empresa atrae la mirada de otros países de la región. No sólo por el éxito logrado cada año, cuando generalmente termina superando sus récords de molienda, sino incluso por el orden y la limpieza que rigen a diario en sus instalaciones.

Así lo destacan quienes llegan al Ingenio Azucarero Guabirá, ubicado desde mediados de 1900 en el municipio de Montero, del departamento de Santa Cruz.

En mayo de este 2022 visitó Guabirá una nutrida comitiva de Brasil, formada por productores cañeros, representantes de ingenios azucareros y otros de la cadena productiva de la industria azucarera de ese país. Unos meses antes estuvieron en el ingenio otros empresarios, éstos ligados a la industria del alcohol con presencia en Perú, Chile y Uruguay. Todos quedaron gratamente impresionados con lo que Guabirá es.

Es que con una lista de certificaciones internacionales, en las que destacan Triple Sello, que coronó su esfuerzo por estar “libre de trabajo infantil, del trabajo forzoso y la discriminación” en la zafra; y Bonsucro, que certifica la “sostenibilidad en los procesos de la cadena productiva del azúcar con viabilidad social, ambiental y económica”, el Ingenio Guabirá es un dulce modelo de empresa y negocio que subyuga en la región.

No es el primer ingenio azucarero de Bolivia; antes estuvieron La Esperanza y La Bélgica.

Guabirá nació en 1954 de la mano del Estado y como parte de los primeros logros del Plan Bohan, diseñado para cultivar en Bolivia una alternativa a la hasta entonces predominante actividad minera.

La tierra cruceña brindaba las condiciones para ese sueño, pero no sólo por su fertilidad, sino por el trabajo y gran voluntad de sus hombres y mujeres, que en medio de adversidades ya tenían una historia en el cultivo de la caña de azúcar .

A inicios de 1990, el ingenio inició el cambio de su composición accionaria hasta convertirse en una sociedad anónima, en la que los cañeros y los trabajadores se convierten en socios.

Entre los cruceños que impulsaron esta transición exitosa estaban Mariano Aguilera y al menos 1.200 hombres y mujeres de la caña, quienes inyectaron en el corazón de la industria una máxima que se mantiene hasta ahora: “Todos somos iguales”.

“Todos somos iguales y nos respetamos unos a otros”, afirma Mariano Aguilera, pendiente de los pasos que sigue dando Guabirá para consolidarse como una empresa modelo, que al contar con un centro de investigación, ya no produce sólo azúcar basada en la caña, sino alcohol, energía eléctrica, papel, alimento para ganado, abono orgánico y fertirriego.

Aguilera, al igual que otros miembros de Guabirá, es una especie de guardián de la esencia del ingenio que se le imprimió al ingenio para llevarlo al futuro. Ocupó la presidencia y afirma que el centro de la industria siempre fue el productor de caña, que con ese principio se desarrolla una serie de políticas sociales, entre las que destaca la escuela que hoy tiene más de 800 alumnos y las becas universitarias que se otorgan cada año.

¿Una gran inversión? “Sí”, responde el hijo de cañeros. “Pero no nos equivocamos, la muestra son las certificaciones internacionales que logramos y el reconocimiento en el exterior; eso nos llena de orgullo y satisfacción porque no fue fácil”, continúa el líder.

Asegura que una nueva generación de hombres y mujeres comenzó a tomar la posta en la industria para continuar con esa aventura iniciada en 1993 y muchos creyeron imposible.

1956
AÑO
en el que el Ingenio Guabirá da inicio a su primera zafra.
1993
AÑO
en el que los cañeros y los industriales se convierten en socios.