“En el agro nuestro principal objetivo es reducir un 30% las emisiones de CO2 por tonelada de cultivo producido” , dijo Gonzalo Caldiz de Basf, compañía que apuesta a la “digitalización en los sistemas productivos”.Como una forma de sumar sustentabilidad. “Queremos llegar a unos 400 millones de hectáreas co
n tecnología digital”.
Desde esa compañía fueron pioneros en el desarrollo de un inhibidor de la molécula ureasa, una tecnología que apunta a reducir la huella mediante la optimización de la fertilización nitrogenada, donde hay muchas pérdidas por volatilización, que según dijeron están cercanas al 50% de lo que se aplica de nitrógeno en los campos, con el correlato de un fuerte impacto ambiental.
“El productor pierde económicamente y hay también un impacto ambiental, con lo cual muchos dirán que es mejor no fertilizar. Y la respuesta es no, porque si no lo hacemos la producción agrícola mundial se reduciría un 50% en un mundo con creciente demanda de alimentos”, reflexionó Caldiz.
“Todos los esquema agrícolas tienen algún grado de emisión, lo que debemos lograr es ser más eficientes emitiendo menos CO2 por kilo de grano o matera verde producida”, dijo quien planteó que el productor se enfrenta a un “panorama muy complejo” caracterizado por la necesidad de reducir el costo de insumos, aumentar el rendimiento, en el marco de un mercado mundial “con marcos regulatorios más complejos con limitantes para comercializar productos que no provengan de una agricultura sustentable”.
Ese dilema entre los beneficios y las desventajas de fertilizar para el cambio climático es el que plantaron los especialistas en el panel de Aapresid. “Si aplicamos muy poco fertilizante vamos a estar atentando contra la seguridad alimentaria, pero si aplicamos mucho nitrogenado vamos estar atentando contra los limites planetarios, contaminando napas y aire”, planteó Josefina Omaña de la empresa Yara. Frente a esto, “el gran desafío es una fertilización óptima que nos permita cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible, y eso está relacionado con el uso del nitrógeno”, agregó.
La compañía lanzó en ese sentido el programa Juntos por un Plus, un modelo de negocios basado en resultados medidos de sustentabilidad utilizando productos con menor impacto ambiental y fertilizantes verdes.
“En la localidad de Salto observamos que aplicando tecnología y herramientas que están a disposición podemos bajar un 9% la cantidad de nitrógeno que aplicamos al campo aumentando 22% la eficiencia de su uso, logrando más rendimientos, con resultado económico positivo y reduciendo un 37% la huella de carbono”, detalló la especialista, quien indicó que la clave es una “nutrición balanceada y una fertilización por ambientes”.
“El uso del nitrógeno es como una canilla, hay que abrirla más o menos para asegurar en forma equilibrada la nutrición y la seguridad alimentaria”, agregó.
En ese sentido, la empresa está por lanzar en 2023 una línea de fertilizantes en base a hidrógeno verde cuyo primer testeo será con un productor argentino. El concepto es cambiar la matriz energética en el proceso productivo del insumo, reduciendo un 90% las emisiones, lo que le suma puntos en el balance en el ciclo de toda la cadena.
Negocios verdes
Un gigante del negocio agropecuario como Cargill, que está en la mitad de la cadena ya que opera como trader pero también como proveedor de insumos, también se posiciona en el mercado que se abre a partir de las prácticas sustentables. La empresa tiene en Estados Unidos su programa de agricultura regenerativa (Cargill RegenConnect) que le ofrece a los productores que se quieran sumar la posibilidad de acceder al mercado del carbono. Para el ciclo 2022-23 amplió la participación a 15 estados.
La compañía les ofrecerá contratos de un año a productores para secuestrar carbono mediante la implementación de prácticas de agricultura regenerativa como cultivos de cobertura, labranza cero garantizándoles un precio de u$s 25 por tonelada métrica de carbono secuestrado por acre.
“Nuestro objetivo es reducir los gases efecto invernadero en nuestras operaciones corporativas un 10% en 2025 y en nuestras cadenas de valor en 30% por tonelada de producto vendido para 2030” , indicó Julián Ferrer, representante de la multinacional, que entre otras cosas en asociación con una compañía de tecnología está probando el uso de velas para los buques con la idea de reducir emisiones en la cadena logística y de transporte.
Sin embargo, todos reconocen que el proceso recién arranca. “La primera pregunta que nos hacen es cuánto van a cobrar por el bono de carbono”, dijo Guillermo Delgado de negocios sustentables de Syngenta, empresa que firmó junto a Aapresid el programa CarboNet, a través del cual financiará la investigación para identificar y cuantificar el carbono en los suelos argentinos y hacer un mapa que permita identificar “la brecha entre lo que hay y lo que podemos captar”, agregó el ejecutivo. Esa información pretenden tenerla lista a fin de año.
“Este es un proceso largo en el que el productor primero tiene que mostrar lo bien que trabaja y luego hay que medir eso porque difícilmente se podrá vender un bono si eso no está” , dijo el representante de la empresa que busca “acompañar al productor en todo ese proceso” que va desde la adopción de prácticas sustentables para lograr mitigar la huella hasta conseguir mercados para los futuros bonos.
Fuente: AGROCLAVE