Bolivia conserva su posición en la categoría de países con bajo nivel de hambre, según el Índice Global del Hambre 2025 (GHI), con una calificación de 6,0 puntos, considerada positiva. Sin embargo, el informe advierte que la desigualdad territorial, el aumento del costo de los alimentos y la malnutrición infantil y femenina amenazan los avances logrados.
El estudio, elaborado por Concern Worldwide y Welthungerhilfe, señala que América Latina y el Caribe han estancado su progreso en la lucha contra el hambre desde 2016. Aunque Bolivia figura junto a Colombia y Paraguay entre los países con mejores resultados, la desnutrición crónica infantil aún afecta al 16 % de los menores de cinco años, especialmente en Potosí, Chuquisaca y Beni. En las ciudades, en cambio, crece el sobrepeso y la obesidad, reflejo de una doble carga nutricional.
La situación se agrava por la inflación acumulada del 18,33 % hasta septiembre de 2025, la más alta en décadas. El alza de precios de alimentos básicos como carne, tomate y almuerzos ha golpeado los bolsillos, mientras que productos como la cebolla o la papa bajaron levemente. El informe destaca que el costo de una dieta saludable en la región es el más alto del mundo, y en Bolivia supera el ingreso diario de muchos trabajadores informales.
El GHI insta a los gobiernos latinoamericanos a reforzar las políticas de seguridad alimentaria mediante ingresos dignos, producción sostenible y programas de nutrición infantil. En Bolivia, los expertos advierten que el reto es mantener los logros en un contexto de crisis económica, cambio climático y desigualdad.
En materia productiva, el especialista Vides enfatiza que el país enfrenta una deforestación acelerada, segunda en el mundo después de Brasil. “El problema no es producir, sino producir mal”, señala, destacando la urgencia de ordenar el territorio y aplicar ciencia y planificación para garantizar la sostenibilidad agrícola.
A este panorama se suma la escasez de combustibles, que encarece la producción y el transporte de alimentos. Agricultores denuncian que el litro de diésel llega a Bs14, lo que ha incrementado los costos de producción en un 35 %. La falta de combustible, advierten, pone en riesgo la seguridad alimentaria nacional.